Las necesidades organizativas de los nuevos intentos verdaderamente revolucionarios
Introducción
En los últimos 20 años de la historia Argentina, se han realizado una serie de intentos por recuperar, reconstruir o fundar nuevas organizaciones revolucionarias. La mayoría de ellas, encolumnadas por personas provenientes de alguna u otra experiencia partidaria "tradicional" anterior dentro de organizaciones políticas de "izquierda", en gran parte ligadas a los satélites sobrevivientes de la década de los 80' y 90', desde el Stalinismo al Trotskismo pasando por la innumerable cantidad de refritos "Guevaristas" y una mínima porción proveniente de lo que se autodenominó, en su momento, "izquierda independiente".
No es objeto de este texto hacer una detallada descripción de todos estos procesos que, además de ser prácticamente imposibles de recopilar con exhaustivo detalle, porque son demasiados y la gran mayoría de ellos han desparecido, tampoco me interesa ni creo que nos aporte significativamente en el objetivo de identificar los principales problemas que han llevado al fracaso de estos intentos, ya que son todos bastante parecidos, a pesar de las grandes diferencias entre ellos.
Mi idea, en primer lugar, es comenzar esta crítica y autocrítica haciendo solo una breve mención en general a todos ellos (sin caer en la tentación de particularizarlos en una infinidad de siglas y de personas), fundamentalmente como señal de respeto, algo que a muchos de quienes dicen pretender seguir este camino les falta, se les olvida u obvian mientras se miran el ombligo.
Reconocer con profunda generosidad y humildad, personal, humana, histórica y política los intentos de otros/as, más allá de las diferencias profundas que podamos tener, es comenzar a solucionar parte de esos problemas que intentaré describir.
Reconocernos como parte de este fracaso, es reconocer el hecho palpable de que no hayamos logrado recomponer ni por asomo un verdadero partido revolucionario, pero a la vez, es respetar y reconocer que ha habido y sigue habiendo intentos muy loables, más "grandes" o más "pequeños" (según el punto de vista que se pretenda enfocarlo) para revertir esta realidad.
Por lo menos hasta ahora, esos intentos han ido naufragando en un amplio mar de desencuentros con la potencialidad revolucionaria, reconociendo la compleja época u etapa que nos ha tocado enfrentar en términos de conciencia y organización política (como lo vengo tratando de describir en algunos otros textos).
Es muy difícil ser justos a la hora de intentar explicar un realidad compleja a grandes rasgos y a niveles generales, sin hablar de las particularidades, como se merece la verdad completa de estos naufragios, ya que, una gran parte de esta historia de la que somos parte, es también la historia de minorías que perdimos debates (si es que los hubo), y/o no fuimos capaces de identificar a tiempo y/o revertir tales tendencias-problemáticas liquidacionistas y contra revolucionarias en el interior de cada una de estas organizaciones, es decir, es imposible, pero habría que ser justos a la hora de pensar que, probablemente, como ha sucedido en la historia de todas las organizaciones, hubo instancias donde muchas de las cosas que uno puede plantear hoy acá, quizás estuvieron sobre la mesa o solo en la cabeza de alguno/a, de alguna u otra manera.
Por ello, para no hacer lo que no sé (hacer historia sin ser historiador) y para concentrarme en lo que sí considero que resume o sintetiza a todas estas experiencias, aun con sus enormes diferencias en una multiplicidad de sentidos, intentaré describir algunos de los errores y/o desviaciones generales y comunes que considero más importantes, como lecciones políticas del presente, con sus respectivas consecuencias a la vista de la realidad con la que nos toca lidiar, y lo hago como preludio de una propuesta por la positiva, es decir, identificando errores del presente para intentar que sirvan como bagaje, como acumulación política de la tarea pendiente que tenemos y sobre la que también quiero dejar asentadas algunas premisas que considero claves en este sentido.
Por último, antes de empezar quiero aclarar que descarto de antemano, dentro de todas aquellas cuestiones que hicieron disolverse o desarmarse algunos de estos intentos, las que tienen que ver directa y/o indirectamente con el quiebre moral, ético, de principios revolucionarios de sus dirigencias (fundamentalmente), ya que no hay mucho espacio ni tiene mucho sentido intentar analizar "los porque" de quienes se "quiebran" y se pasan al bando del enemigo de clase, más aún, como intento explicar en otros textos, teniendo en cuenta toda la serie de estímulos naturales e intrínsecos a esta realidad que existen para lograr quebrar voluntades "revolucionarias", por eso, vuelvo a repetir, esta es la voluntad de pensar profundamente los problemas solo de los que venimos a dejar la vida por un mundo verdaderamente nuevo, uno que realmente valga la pena disfrutarlo más que "vivirlo"...
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